Dibujo de Dánae Sesé Franco
Érase una vez una falsa amiga que un día, en contra de mi voluntad, abandonó una cobaya en mi casa. Yo la llamé "Browny" y le di una jaula abierta donde cobijarse.
Mi periquito "Titín", que también habitaba una jaula abierta en mi salón, se enamoró de ella. Cada tarde iba a visitarla, y le hacía la corte a pesar de la indiferencia con la que lo trataba el roedor.
Pasaron un par de años de relación hasta que Browny murió y Titín tardó muy pocos días en seguirla. Mi hija era todavía una niña, pero las dos sabemos que el periquito se murió de tristeza de amor.
¡Cuántos tiempo tardé yo en olvidar la mirada de la cobaya, siempre pendiente de mí!
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