Este poema de estilo épico fue escrito como respuesta a tanta literatura que ensalza tardío y aventurero el regreso al hogar, olvidando a la que mientras tanto guarda y aguarda.
Y Penélope apagó definitivamente la tricotosa.
Había recordado que los besos de Telémaco
hacía tiempo arañaban sus mejillas.
Junto a la puerta en el zaguán,
donde el rincón de lo olvidado,
sin dueña mano tensora,
quedose inútil un arco.
Y con decidida ironía,
no exenta de amarga crueldad
le dijo al polvoriento testigo
de su impuesta soledad:
- Por mí, como si las higueras corrompen con sus raíces
los muros de esta prisión de Ítaca
y las arañas cubren con lienzos sus ruinas.
Que las acacias imploren con brazos secos tu regreso, Ulises,
que yo también quiero saber a qué huelen los mercados egipcios,
por ejemplo.