Más o menos a esta edad, 52 en la foto, estaba una noche yo charlando en un bar con un vecino colega dos décadas más joven que yo, cuando se acercó un colega suyo al que no conocía.
Empezó a contar que venía de pasar un buen rato con unas mujeres cuarentonas que había conocido. Mi vecino le preguntó si estaban buenas, él le contestó que guapas pero con esos estómagos abultados y flácidos propios de esa edad.
No me ofendieron sus palabras ignorantes porque no se referían a mí, seguramente confundido sobre mi edad, con la mayor tranquilidad me limité a preguntarle:
- ¿Me prestas una mano?
Cogí la que me ofrecía mirándome con la incógnita de no saber lo que iba a pasar, y con decisión la planté plana y segura sobre mi estómago.
- ¿Qué te parece? ¿lo notas abultado o flácido? - le pregunté impersonal como en una encuesta.
Mientras mi vecino se reía conociendo sin exactitud mi edad madura, su amigo balbuceaba respuesta negativa con la estupefacción de no haber vivido nunca situación así.
- Es la falta de ejercicio y no la edad lo que ocasiona flacidez muscular - le aclaré liberando su mano y retomamos la conversación interrumpida mientras él se recuperaba.
Un buen ejemplo vale más que mil palabras.
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