lunes, 24 de abril de 2023

AZUD

    Hoy me he despertado muy temprano de mañana radiante. He perdido un rato el tiempo al ordenador mientras me entraban ganas irresistibles de darme un paseo por el campo y barajaba destino hasta que me he decidido por las fuentes de Marcelo, paraje muy visitado durante mis paseos caninos, calculo que más de mil veces me habré dirigido hasta allí, aunque no siempre terminé el recorrido.
    Para la ida he elegido la pista  de la orilla derecha para disfrutar del sol durante el todavía frescor de la mañana y volver luego por la senda umbría de la otra orilla. Caminaba con prisa, haciendo ejercicio sin más vistas que contemplar que las hermosas sierras del horizonte de la ciudad. He llegado tan pronto a las fuentes que todavía me quedaban muchas ganas de andar, así que he parado lo justo para beber agua porque ya había decidido continuar hasta un recoleto azud, que por ventura la mayoría de los oscenses desconocen, y que es tan coqueto que me hace sonreír imaginándomelo en mi jardín. 
   No he podido llegar porque la vegetación ha cubierto por completo las orillas convirtiéndolo en inaccesible por tierra. Me he alegrado al verlo desde lo alto porque estaba impoluto, no como la última vez, hace cuatro años, que se me entristeció el alma por la basura depositada que me entretuve en limpiar. No tengo prisa en verlo, este verano con el calor caminaré por el agua los cien metros que lo separan de la senda. Me ha encantado volver a ver esa acequia natural que la erosión del agua ha acanalado en la piedra, y que solo puede verse por completo durante la sequía estival, y la actual, claro.
    De vuelta en las fuentes me ha sorprendido lo concurridas que estaban, 35 personas he contado y me he cruzado con más del doble por la senda de camino a casa. Apenas había sonado el Ángelus así que supongo que hoy habrá sido el coso más concurrido de la ciudad. 
  Son curiosas las costumbres urbanas, vas saludando los buenos días con los desconocidos que te cruzas por las sendas, que solo están a unos cientos de metros de las vías urbanas donde no te diriges ni la mirada.     

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