lunes, 24 de enero de 2022

WEEKEND WALKS

Este collage de collages demuestra un fin de semana muy andarín. Comenzaré a contarlo de izquierda a derecha y de arriba a abajo:

1- Recuerdo una antigua costumbre que llevaba a gran parte de la población de Huesca a pasar en Zaragoza los días de San Vicente, cuando coincidían en fecha laboral, para aprovechar la festividad oscense en compras de rebajas. No ha sido este el motivo que me ha llevado con mis hermanos a la capital aragonesa, sino celebrar con pelín de retraso el cumpleaños de mi prima tan cercana como hermana. Tampoco hemos ido de compras, sino que hemos aprovechado la compañía de cicerone residente por décadas en la urbe para volver a visitar los lugares turísticos conocidos y descubrir alguno nuevo.

2- No he hecho muchas fotos del recorrido, me apetecía más contemplar, pero tenía un empeño, que he podido satisfacer, de fotografiar una escultura ecuestre que ilustrara un proyecto personal, y en toda mi ciudad no hay estatuas a caballo, solo una mula con carga bélica y sin jinete que no me servía para mi plan.
He optado por fotografía este conjunto escultural que se llama "Saludo Olímpico". Son dos figuras a caballo expuestas por mi en doble ángulo y tituladas por su autor Pablo Gargallo, atleta clásico el de arriba y moderno el de abajo.

3- No fue mi intención que ayer domingo mi paseo en busca del calor del sol me llevara caminando por la calle Zaragoza hasta que se me acabó la ciudad. Ha sido un juego involuntario de pasos al azar que me detuvieron en el número 11 de esa calle, y luego continuar. Me gusta esta fachada que demuestra que no cuesta tanto esfuerzo ni dinero construir bonito. Detalles art decó decorando los miradores acristalados, un mínimo toque sutil junto a ventanas anodinas y tienes un edificio modernista que creo pasa desapercibido en la ciudad. 

4- Al lado de los juzgados me sorprendió una parroquia de reciente construcción, la de San Francisco. Humilde edificio como el Santo que le da nombre, que sin embargo encaja perfectamente con los chalets adosados a su frente que no engañan con sus cubos de ladrillos calidad de vida de hogar. De nuevo sencillas muestras de arte en la campana que suena de verdad, el vía crucis y el Jesucristo, vuelven coqueto el lugar.

NOTA: Por fin he descubierto por qué una atea como yo había visitado tantas iglesias últimamente, es por la pandemia. Si no quiero visitar bares o restaurantes, los museos y las casas de Dios son las únicas puertas abiertas que me voy a encontrar, la puerta del arte de interior, y ahora ya no paseo con perros que me eviten poder entrar.   

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