Saludo al Sol que en invierno recorre el suelo a lo ancho de mi habitación proporcionándome el cálido apoyo que necesito, pero en verano se queda a las puertas para no agobiarme.
- Gracias Sol, eres muy amable conmigo.
Y saludo a la "Luna" de mi cuarto que, con su reflejo amplía mi interior, así no echo de menos el exterior, que mientras tanto confundido y hostil, me espera.
- Gracias luna, me recuerdas quién soy
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