No es fácil ponerse en los ojos de un daltónico, pero mi lógica me dice que un daltónico y yo no veremos grandes diferencias de color en esta fotografía ya que, entre una variedad de tonos blancos y grises, apenas destaca el amarillo otoñal de las hojas de estos árboles, y me consta que hay daltónicos que sí ven el amarillo.
¿Puede un ciego del color enseñarte a ver? Claro que sí, que distingamos más gamas de colores no implica que no caminemos por la vida con anteojeras de caballo, que nos llevan a fijarnos solo en lo que queremos ver.
Hace unos días, durante un paseo, mi amigo Jota se puso a recoger del suelo hojas de un árbol alabando su color amarillo. Yo le dije que yo prefería las hojas que mueren en rojo y él con un tono no de tristeza ni fastidio, yo lo calificaría de aceptación, me recordó que no distingue el color rojo. Era verdad, había olvidado que mi amigo Jota es daltónico.
Luego, me enseñó la forma tan peculiar de las hojas de estos árboles, me recordó su nombre, que alguna vez supe pero no tanto como para retenerlo en mi memoria.
Ahora, como la embarazada que ve por la calle a todas las embarazadas que antes no llamaban su atención, he descubierto que las cinco decenas de árboles que sombrean el principio, mil y una vez caminado de mi calle, también son:
GINKGO BILOBA
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