martes, 3 de junio de 2008

BUENA PREDICCIÓN


Scherezade está cansada. 1001 noches sin dormir pesan como una condena. Tiene sueño. Está harta de inventar cuentos. Siempre temiendo que el sultán se canse de ella, que alguna de sus historias no sea de su agrado, que ordene su muerte. Decide que basta ya, ni un día más de soportar la angustia de la espera. Pero tiene miedo. Recuerda la leyenda de las atroces muertes de sus antecesoras. Ella quiere decidir su forma de morir, que sea dulce. Toma un tóxico suave, un veneno amable que la duerme en un sueño del que nunca despertará.
Durante el transito, en ese momento en que la vida se resiste a abandonar su morada, la muerte la reconoce y la saluda con alegría:
- ¡Hombre, Scherezade! ¡Cuánto me alegro de verte! Tantas noches como he acudido al palacio temiendo que fuera necesaria mi intervención, tantas noches como he disfrutado con tus historias, y ahora estás aquí conmigo. No me lo puedo creer. Scherezade, por favor, cuéntame un cuento.
La mujer no da crédito a lo que le está pasando. No puede ser, no tiene ganas de contar ni un cuento más. Mira a la muerte. Es un joven hermoso. Se le ve ansioso, pendiente de sus labios, de sus palabras. Está claro que no va a dejarla descansar. Su mente sigue aturdida por el veneno y no recuerda bien sus historias, necesita que la muerte le eche una mano:
- ¿Cuál quieres que te cuente?
- ¿No puedes inventar uno nuevo?
- ¿Ahora? Compréndelo, estoy muerta de cansancio. Preferiría contarte uno de los que ya me sé.
El joven parece conformarse. Su rostro se ilumina por un instante, sonríe:
- Cuéntame el de Aladino, creo que es mi favorito.
Scherezade comienza su narración, pero a pesar de su esfuerzo no recuerda exactamente la historia. La muerte la mira cercana al enfado, como si dudara de que la mujer le estuviera tomando el pelo.
- Pero ¿qué me cuentas, Scherezade?, la historia no era así. Aladino frotaba una lámpara maravillosa, la jarra de aceite pertenece a otro cuento.
- Perdóname, no lo recuerdo muy bien. ¿Podrías ayudarme?
La muerte accede. Empieza el cuento y descubre el placer de narrar, de escuchar su propia voz. Repite las historias que tanto le gustaron. Se enreda en monólogos consigo mismo, cambiando, mejorando los argumentos. Scherezade, a su lado, por fin puede dormir tranquila.
Muchas noches han pasado, años enteros, incluso siglos. Cuando la mujer se despierta, la muerte es agradecida y la ha devuelto a la vida, es el verano del año 2002 en la tierra. Un importante regalo se ha traído consigo de este viaje anclado en el tiempo. Más de mil cuentos recopilados. Historias preciosas que pronto se convierten en "best sellers" dándole fama y fortuna a la mujer que, paradójicamente, empezó a crearlas intentando retardar su encuentro con la muerte.

(Cuento perteneciente a la colección "FINALES FELICES")

1 comentario:

Margarita Franco Sanagustín dijo...

No se quién me hizo esta foto que fue a traicíón, pero la casa es la de Ramón y Manel en Sitges