Sin ninguna duda fue una de las felicidades más emocionantes que he sentido en mi vida. Me la merecía, tantos años deseando que ocurriera algo así, la esperanza apoyando una fe casi sobrenatural.
Pero llegó el final. Traicionero por inesperado. Aturdida me sorprendió la angustia de la pérdida, y mientras ellos cuchicheaban, mi corazón se rompía en otros pedazos.
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