martes, 26 de enero de 2010

ATRACO ADMINISTRATIVO


Estos días de paseos por el nuevo puente sobre el río Isuela, me he acordado de una anécdota que he rescatado del cajón de la rabia insatisfecha. Me limito a reflejarla como en su momento la escribí:
EL edificio donde se ubica mi piso está rodeado por un callejón sin salida que lo separa de las huertas colindantes. En algún tiempo el ayuntamiento debía de tener planes para esta zona, con lo que pintaron la calzada, incluso un paso de cebra, entonces inutil porque moría contra una valla metálica.
Los vecinos, evidentemente, no teníamos ningún escrúpulo en aprovechar esa "plaza de aparcamiento". Una mañana descubro que la grua se me ha llevado el coche. La policía local me informa de que ha sido por estar aparcado en un paso de cebra.
Acudo directamente a la comisaría de la policía nacional a denunciar al agente que firma la denuncia, porque hace falta ser muy tonto o tener muy mala leche para hacer algo así, y a mi entender ninguna de las dos razones lo excusaban.
Me recibió un inspector que me informó de que mi denuncia se tenía que limitar a un recurso administrativo por el importe de la grua, en otro sentido no prosperaría, ya que la policía tiene presunción de inocencia. Era evidente que el agente se había confundido, pero ¿cómo demostrar que lo había hecho de mala fe?
Por lo menos ya no está pintado el paso de cebra.

viernes, 15 de enero de 2010

ANÉCDOTA MÉDICA


No hace mucho tiempo y por motivos laborales, Emérita tuvo que superar un peritaje psiquiátrico.
Por tratarse de una sesión fuera de consulta, la citaron en la mañana de un sábado de estío en una clínica privada local.
Emérita llegó puntual, la sala de espera estaba desierta, una única auxiliar en el mostrador de recepción la informó de que el doctor la recibiría enseguida. Ella sonrío sus gracias a la vez que cogía uno de los caramelos de cortesía que ofrecía una pequeña cestita de mimbre sobre el mostrador. Por costumbre frugal partió el pequeño cilindro de caramelo, envolvió y guardó una de las partes en su bolso, y se llevó la otra mitad a la boca. No había desayunado, un poco de azúcar le sentaría bien.
En ese momento apareció el doctor invitándola a entrar a su consulta, justo al final del pasillo.
La mujer siguió a la desconocida bata, breve vistazo le había asomado melena leonina canosa y barba a juego.
Apretón de manos de recibimiento. Apenas se había acomodado en su asiento, cuando el doctor le espetó:
- ¿A qué se debe esa dimorfía facial?
Emérita no tenía muy clara la intención del galeno al formular esa pregunta tan precipitada, (lo más fácil es suponer que impresionarla, ¿no?), pero, si bien ella desconocía esa palabra, sus conocimientos clásicos le habían desvelado su significado, por lo que, sin modificar lo más mínimo su expresión, respondió:
- Será el caramelo.
Todo hubiera podido quedar en un gracioso gag que rompiera el hielo y facilitara la entrevista, pero el doctor ahondó la pata en el hoyo:
- ¡Ah¡, es que como no lo mueve ...
Sin añadir comentarios Emérita permaneció en su asiento, respondiendo las preguntas de esa basura de informe que tendría que pagar al payaso impostor de profesional que ni siquiera sabía que observar en silencio unos momentos a sus pacientes podida revelarle mucho sobre su actitud, su personalidad, ...
No merece la pena cuestionar su decisión. Necesitaba ese puto documento.