sábado, 20 de septiembre de 2008

SPLEEN

Mallos de Riglos, mi paraiso escondido.
Ayer luché por conservarte.
hoy quiero olvidarte por no encontrar motivo.

lunes, 15 de septiembre de 2008

DEBUT

Dentro del tintero se quedaron muchos sentimientos por expresar. Lo suyo no era optimismo, sino satisfacción por los beneficios adquiridos. No sólo por los tópicos obvios de mejoras físicas que cualquiera que ejercite su cuerpo conoce, ni siquiera por todo lo que conlleva a nivel mental y psicológico. Amanda había leído muchos artículos de revista que hablaban de eso, lo esperaba. Muy distintas eran las circunstancias que le habían sorprendido.
Personalmente le había costado superar el pudor ante el contacto físico. Ella, que era reticente incluso a cambiarse de ropa en público, había tenido no sólo que desnudarse delante de sus compañeras, sino que había tenido que rozarse con ellas, abrazarse y manosearse con toda naturalidad. Amanda había admirado los esculturales cuerpos de las jóvenes bailarinas, y había disfrutado al comprobar como el suyo propio se había ido amoldando hasta confundirse con los suyos, como una veinteañera más. Incluso se había dejado contagiar de sus ilusiones. Había escuchado sus proyectos sabiendo lo distintos que iban a ser sus caminos.
Ella tenía muy claro que de momento no abandonaría la danza. Había entrevisto ciertas mejoras de las que no había oído hablar como asociadas a esta práctica, sin embargo le parecía fácil deducir su estrecha unión. Diestra indudable desde niña, había empezado a realizar con total normalidad y eficacia acciones automáticas con la mano izquierda. Sospechaba que esta incipiente capacidad bilateral sería muy beneficiosa para ella. ¿Qué estaría pasando en su cerebro? No lo tenía muy claro, sin embargo creía que estaba desarrollando aptitudes que desconocía poseer.
El telón se deslizó y los primeros compases sonaron. La mirada de Amanda se cruzó con la de su hija Sofía espectadora en la segunda fila, y no pudo ni quiso evitar sonreír. No importaba cómo saliera hoy la función, su mayor éxito lo había cosechado ayer durante el ensayo general. Había sentido el orgullo de conseguir la admiración de su hija, que recién llegada de Madrid por las vacaciones de Semana Santa, había seguido boquiabierta toda su actuación. Ella, la miedosa de Amanda, la que no iba a las excursiones por torpe, la inútil mujer con la pierna autoquebrada en casa. Ella, flotaba y volaba sobre el escenario ágil y ligera como una pluma. ¿Qué importancia tenía todo lo demás?
(Fragmento de la novela "Amanda erosionada")

miércoles, 10 de septiembre de 2008

LUNA LLENA

- ¿No te parece, amigo, que la luna está hermosa esta noche?
- Bueno, me divierte más ver las maniobras de esa barca.

sábado, 6 de septiembre de 2008

CANTOS DE CISNE

20 de noviembre de 1975
Plaza de Navarra. Rosa y Marisa se encuentran por casualidad. Esta lleva un periódico que testimonia que el pais está de luto por la muerte de Franco.
...
M: Me viene muy bien que te quedes con Dianita porque en Madrid voy a estar ocupada. Voy a aprovechar este viaje para acudir a una cita.
R: No me diga que le ha salido un pretendiente.
M: (Sonrisa enigmática que no desmiente) - No seas mala, Rosa, que estoy hablando de trabajo. Esto se acaba, ¿me entiendes? Me refiero al Círculo Medina. Tarde o temprano las aguas tomarán otro cauce.
R: Bueno, pero aún puede tardar dos o tres años.
M: Los que sean, que no me importa. Me gusta mi trabajo, pero ya voy teniendo edad de retirarme y dedicarme a otras cosas.
R: ¿Qué se le ha ocurrido esta vez?
M: De momento estoy pensando en volver al escenario. La ectuación que abrió esta temporada del Círculo me gustó mucho. Al director de la compañía, Julio Pacheco, lo conocía desde joven, de cuando era bailaora en Madrid. Era guitarrista en el mismo tablao que trabajaba yo.
R: ¿Nostálgia, Marisa?
M: Ya te puedes creer que sí. Fueron buenos tiempos. Éramos pobres como ratas, pero ricos en ilusiones. (Un momento de silencio para el recuerdo) - Él ha progresado mucho desde entonces. Tiene su propio tablao en Madrid, en Chueca, me pidió que fuera a verlo.
R: Pues a mí todo esto me suena a romance.
M: No te digo que en aquella época no peláramos la pava alguna noche, sin llegar a nada serio, claro, pero ten en cuenta que ya soy abuela.
R: No existe edad para las cosas del amor.
M: Sí, eso dicen. De cualquier manera de lo que vamos a hablar es de trabajo. Quiere que vuelva a bailar. Ha creado un espectáculo que dice que está pensado para mí. Quiero conocerlo.
R: No me extraña, yo también querría conocerlo. (Se estremece ostensiblemente) - Brr, ¡qué frío hace¡
M: Sí, y nosotras aquí de capazo, como si no tuvieramos cosas que hacer.
R: Siga hablando, Marisa, que me tiene muy intrigada.
M: No, si ya está todo dicho. El espectáculo que trajo aquí me gustó mucho, era elegante y con clase. Lloré de emoción en algunos momentos. Si el que me propone me gusta tanto, lo haré. Sera mi despedida de los ruedos, mi canto de cisne.
R: Diga que sí, no hay nada que desee más ahora mismo que irme a Madrid a verla bailar sobre un escenario.
M: Gracias, Rosa, sabía que podía contar con tu comprensión. Bueno, ¿a qué hora te puedo llevar a Dianita?
R: A la que quiera, yo me voy ya para casa.
M: ¿Quieres que te lleve Torres en el taxi?
R: No, no será necesario. Voy a aprovechar que llega el autobús.
M: ¡Ah, sí, qué oportuno¡
R: Adiós, Marisa, la espero.
M: Vale, iremos sobre las doce.
(Fragmento de "Juegos Fatuos", obra de teatro con visos de culebrón)