lunes, 18 de abril de 2022

LABERINTO DE ACEQUIAS

Abundante es el cauce de este corto río que, desde la alberca de Cortés, llega hasta mi barrio sin otro nombre que el de acequia.

Fue este surtidor del estanque de los patos el que despertó mi curiosidad ayer.
En mi paseo vespertino había elegido la ermita de San Jorge como destino, porque recordaba de otros años, que por esta época de vísperas lucía hermosa como vestida de gala esperando su festividad.
Fue una desilusión. Por incomprensible escusa de pandemia, ya han llegado a inutilizar a lo bestia la única fuente por la que todavía manaba agua, la de la entrada junto al Palacio de deportes.
La tristeza del árido pinar me hizo darme la vuelta de inmediato y encaminar mis pasos hacia el parque Miguel Servet.
El bramido de fuerza de agua al pasar junto al estanque me llevó a buscar el origen y descubrir este surtidor que no recordaba haber visto nunca antes y menos con semejante bravura leonina. Inevitable curiosidad. ¿De dónde venía tanta agua?
Descubrí que llegaba por la acequia que discurre a lo largo del pinar de la entrada de la calle de San Jorge, esquiva el remanso del estanque salvo ese surtidor, y continúa parque abajo hasta desaparecer, sin destino conocido, por el surtidor junto a la calle Vicente campo.
El color del agua me recordó la acequia que había recorrido la tarde anterior. No podía ser casualidad la idéntica fuerza del cauce. De siempre había visto que el agua de esa acequia va a parar a la que recorre longitudinalmente el parque del Isuela y desaparece supongo que hasta juntarse en algún enclave con el río, uniendo definitivamente sus cursos.
Estaba ya cansada, pero no podía ignorar mis ganas de seguir esa aventura de saber, así que dirigí mis pasos hacia el puente de San Miguel. Al llegar vi que no bajaba por la acequia tanto cauce como es habitual, al menos los miércoles cuando la acequia trae desde la presa de la alberca de Cortés el agua que riega las huertas de esa zona de la ciudad. 
Pensé que sería por las actuales obras de restauración del puente. Acierto, porque entonces también descubrí que todo el cauce del río ha sido desviado y que debe de haber un intrincado laberinto de acequias, que discurre oculto a nuestra vista por debajo de las calles de una gran parte de nuestra ciudad. 

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