Dentro del tintero se quedaron muchos sentimientos por expresar. Lo suyo no era optimismo, sino satisfacción por los beneficios adquiridos. No sólo por los tópicos obvios de mejoras físicas que cualquiera que ejercite su cuerpo conoce, ni siquiera por todo lo que conlleva a nivel mental y psicológico. Amanda había leído muchos artículos de revista que hablaban de eso, lo esperaba. Muy distintas eran las circunstancias que le habían sorprendido.
Personalmente le había costado superar el pudor ante el contacto físico. Ella, que era reticente incluso a cambiarse de ropa en público, había tenido no sólo que desnudarse delante de sus compañeras, sino que había tenido que rozarse con ellas, abrazarse y manosearse con toda naturalidad. Amanda había admirado los esculturales cuerpos de las jóvenes bailarinas, y había disfrutado al comprobar como el suyo propio se había ido amoldando hasta confundirse con los suyos, como una veinteañera más. Incluso se había dejado contagiar de sus ilusiones. Había escuchado sus proyectos sabiendo lo distintos que iban a ser sus caminos.
Ella tenía muy claro que de momento no abandonaría la danza. Había entrevisto ciertas mejoras de las que no había oído hablar como asociadas a esta práctica, sin embargo le parecía fácil deducir su estrecha unión. Diestra indudable desde niña, había empezado a realizar con total normalidad y eficacia acciones automáticas con la mano izquierda. Sospechaba que esta incipiente capacidad bilateral sería muy beneficiosa para ella. ¿Qué estaría pasando en su cerebro? No lo tenía muy claro, sin embargo creía que estaba desarrollando aptitudes que desconocía poseer.
El telón se deslizó y los primeros compases sonaron. La mirada de Amanda se cruzó con la de su hija Sofía espectadora en la segunda fila, y no pudo ni quiso evitar sonreír. No importaba cómo saliera hoy la función, su mayor éxito lo había cosechado ayer durante el ensayo general. Había sentido el orgullo de conseguir la admiración de su hija, que recién llegada de Madrid por las vacaciones de Semana Santa, había seguido boquiabierta toda su actuación. Ella, la miedosa de Amanda, la que no iba a las excursiones por torpe, la inútil mujer con la pierna autoquebrada en casa. Ella, flotaba y volaba sobre el escenario ágil y ligera como una pluma. ¿Qué importancia tenía todo lo demás?
Personalmente le había costado superar el pudor ante el contacto físico. Ella, que era reticente incluso a cambiarse de ropa en público, había tenido no sólo que desnudarse delante de sus compañeras, sino que había tenido que rozarse con ellas, abrazarse y manosearse con toda naturalidad. Amanda había admirado los esculturales cuerpos de las jóvenes bailarinas, y había disfrutado al comprobar como el suyo propio se había ido amoldando hasta confundirse con los suyos, como una veinteañera más. Incluso se había dejado contagiar de sus ilusiones. Había escuchado sus proyectos sabiendo lo distintos que iban a ser sus caminos.
Ella tenía muy claro que de momento no abandonaría la danza. Había entrevisto ciertas mejoras de las que no había oído hablar como asociadas a esta práctica, sin embargo le parecía fácil deducir su estrecha unión. Diestra indudable desde niña, había empezado a realizar con total normalidad y eficacia acciones automáticas con la mano izquierda. Sospechaba que esta incipiente capacidad bilateral sería muy beneficiosa para ella. ¿Qué estaría pasando en su cerebro? No lo tenía muy claro, sin embargo creía que estaba desarrollando aptitudes que desconocía poseer.
El telón se deslizó y los primeros compases sonaron. La mirada de Amanda se cruzó con la de su hija Sofía espectadora en la segunda fila, y no pudo ni quiso evitar sonreír. No importaba cómo saliera hoy la función, su mayor éxito lo había cosechado ayer durante el ensayo general. Había sentido el orgullo de conseguir la admiración de su hija, que recién llegada de Madrid por las vacaciones de Semana Santa, había seguido boquiabierta toda su actuación. Ella, la miedosa de Amanda, la que no iba a las excursiones por torpe, la inútil mujer con la pierna autoquebrada en casa. Ella, flotaba y volaba sobre el escenario ágil y ligera como una pluma. ¿Qué importancia tenía todo lo demás?
(Fragmento de la novela "Amanda erosionada")
1 comentario:
"Amanda en el escenario". Dibujo digital perteneciente a la colección "Personajes"
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