lunes, 30 de mayo de 2011

ALEGRAR EL DÍA

- Diga ...

Al otro extremo de la línea telefónica, Emérita supuso que no iba a tener suerte.

- ¿Colegio de arquitectos? Quería hacer una consulta ...

La voz la interrumpió con amabilidad.

- Perdone, sería mejor que llamara por la mañana, yo sólo soy la mujer de la limpieza y no voy a poder ayudarla.

- No se infravalore, que todos podemos ayudar.

Emérita no se dolía de que se confirmara su sospecha de que aquella voz femenina no pertenecía a un arquitecto, sino que se avergonzaba de su tópica y previa suposición machista. Como notó que la voz la seguía escuchando, continúo.

- Precisamente mi consulta era acerca de si cambiar una jardinera por un banco corrido bajo el hueco de la escalera de un patio de vecinos no contravendría alguna norma de seguridad.

- ¡Hombre, claro¡ - casi se podía ver sonreír a la voz - ya sólo me faltaba que trabajando me pudiera partir la cabeza.

- Eso mismo pensaba yo. ¿Lo ve como sí me podía ayudar? A usted le pasa como a mí, que no sabe que documento recoge la normativa, ... y para eso ya llamaré por la mañana.

Las voces anónimas se despidieron con simpatía. Emérita sabía que a esa mujer le había alegrado el día y sentirse buena persona la colmaba de satisfacción.


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