Él se acercó rodeandome a modo de sorpresa, acompañando su ¿qué tal? botellín en una mano para él, coca-cola en la otra para mi. Había sabido elegir su entrada y, aunque se evitaron obvios comentarios, fue fácil celebrar el retorno. Poco importan los reproches no dichos y si ya nada es lo mismo, ¿para qué recrear mediocres sentimientos?
Ella ni siquiera alargó su brazo para saludar mi espalda. Yo tampoco esperaba más, hace tiempo que conozco el valor de mi amistad en su escala de mezquindades.
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Pajarita. Dibujo digital perteneciente a la colección "Detalles delicados"
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