martes, 9 de junio de 2009

MÁS DANZA

"Danza Contemporánea", fotografía de Leticia Cabrada
Al otro lado de la línea telefónica la voz de Sara se extrañó de su tardanza.
- Pero, chica, ¿dónde estabas?
- En la peluquería, hacía días que necesitaba un tinte.
- Pues mira, hoy era el día indicado. Esta noche vístete guapa porque nos vamos de fiesta.
- Sara no, que no estoy para fiestas. Vamos, ni me parece indicado, que sólo hace un mes que ...
- A ver, Amanda, que no te estoy proponiendo que te corras una juerga. Lo que te estoy diciendo es que esta noche hay una función que me gustaría que vieras.
- Que te aseguro Sara que no tengo ganas de nada. Además no quiero dejar sola a Sofía.
- En eso ya he pensado. Angelito no tiene que ir a clase mañana, ya está de vacaciones. Irá a pasar la noche con su prima. Han estado haciendo planes para pedirse una pizza y ver una peli. Amanda, por favor, tendrás que volver a salir a la calle un día u otro.
- ¿Y qué clase de función quieres que vayamos a ver?
- Te gustará. Es una versión de “El amor brujo”, de Falla. Se trata de un homenaje a María Luisa Jiménez, ¿te acuerdas de ella?
- No, no recuerdo a nadie con ese nombre.
- Bueno, es que ya es una anciana. Fue directora del antiguo Círculo Cultural Medina de la Sección Femenina.
- Que no, que no. No creo que la conozca.
- Seguro que la has visto alguna vez porque también es clienta de Doña Rosa. Yo desde luego he coincidido con ella a veces. Ya me lo dirás esta noche cuando la veas en el homenaje. Es una mujer menuda, con moño blanco inmaculado. Anciana pero con garbo, ¿me entiendes? Que se le nota que los tiene bien puestos.
- ¡Ah, sí!, algo me suena.
- Bueno, pues resulta que fue artista allá por los años setenta. Bailaora de flamenco, y creo que también hacía sus pinitos cantando. No era famosa, pero sí muy apreciada entre los puristas. Estrella Torres, una nieta suya, va a representar uno de sus espectáculos con motivo de su octogésimo aniversario. Mira que cuesta decir la palabreja: “oc-to-gésimo”. – Amanda no decía nada así que Sara continuó. – Vendrá su familia que está esparcida por medio mundo. ¿Te acuerdas de Diana?
- ¿De quién?
- De Diana Torres. Estudiaba conmigo. Hizo periodismo. Una chica muy morena, bajita, muy guapa.
- No, no, creo que no la conozco.
- Pero chica, que tienes que acordarte, que solo tiene un año menos que tú, que en aquella época nos conocíamos todas en el colegio. ¡Ah, bueno!, ahora que me acuerdo, una tía suya comparte despacho con el abogado de tu compañía de seguros. María José Torres, habrás visto su nombre en la placa de la puerta. – El silencio al otro lado de la línea no confirmaba la información, Sara siguió hablando. – Desde luego, Amanda, no se en qué mundo vives. Se podría escribir un artículo sobre ti. “Como vivir toda la vida en Huesca sin saber quién es quien”. – Amanda no tenía nada que decir. Sara le preguntó con convicción. – ¿Vas a venir al espectáculo o qué?
No pudo negarse. Sabía que todos los planes habían sido tramados a sus espaldas. Sofía y su primo disfrutarían de una velada a solas, no la necesitaban ni agradecerían su compañía. ¿Y ella? Bueno, hacía un mes que se había quedado viuda. Hora era de saber cómo seguía el mundo de los vivos.
(Fragmento de la novela "Amanda erosionada")

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