Las cinco de la madrugada de un sábado cualquiera en un bar cualquiera. Sentada a una mesa al fondo del local una mujer parece dormida, sin embargo su cabeza ladeada cuelga inerte. Un joven se le acerca y le toca suavemente el hombro. Ella, sin moverse, contesta de mal humor:
- ¿Qué?
- Soy yo.
- ¿Y quién eres tú?
- La muerte.
La mujer sorprendida abre los ojos y mira directamente al joven. Despectiva comenta:
- Tú no puedes ser la muerte.
- ¿Por qué?
- La muerte es nombre de mujer y tú eres un hombre - lo mira de arriba abajo- y además muy atractivo.
El joven se ha ruborizado.
- No seas frívola, mujer. Créeme soy tu muerte.
La mujer ya no duda.
- ¿Qué haces aquí?
- He venido a buscarte.
- ¿Estoy muerta?
- Sí.
- ¿Qué me ha pasado?
- Demasiadas drogas y alcohol, mala combinación.
- ¡Ah, sí! Ahora recuerdo
La mujer parece resignarse a su destino, sin embargo una idea se abre camino en su mente aturdida por la embriaguez:
- Un momento, todavía no he visto el resumen de mi vida.
- ¿Qué quieres decir? - pregunta el joven sin comprender.
- Dicen que antes de morir toda tu vida pasa ante ti, y yo no he visto nada.
- No es más que un tópico.
- No me vengas con esas, todo el mundo lo sabe. Yo quiero mi resumen.
- Está bien - accede la muerte divertido. Era la primera vez que alguien le hacía una petición tan absurda - te complaceré.
Miles de recuerdos acuden a la mente de la mujer empezando por los acontecimientos más recientes. Son muy tristes, no en vano ella ha llegado hasta allí por el camino de la desesperación. El dolor le hace suplicar a la muerte.
- Déjalo. Ya tengo bastante. Llévame contigo.
- Espera mujer. La felicidad también ha estado presente en tu vida.
- No importa. Hace tiempo que olvidé mi pasado, y llevo demasiado tiempo viviendo un presente sin esperanza. Estaré mejor muerta.
- Sólo has tenido mala suerte al elegir tus opciones.
- ¡Mala suerte! - la mujer está enfadada, casi colérica - ¿Cómo puedes llamarlo así? Toda mi vida ha sido una dura prueba. He fracasado como hija, como madre, como esposa...
- Siempre hay una nueva oportunidad. Sólo se necesita fuerza para olvidar el pasado y poder afrontar el destino de no fracasarte a ti misma.
- ¡Déjame en paz! No me hables de fuerza. ¡Tú que te sabes! Vives tranquilo tu papel de muerte. Seguro que no has tenido que enfrentarte a nada en tu vida.
- Mujer, tus paradojas me confunden.
- Pues está muy claro. Sólo hay una verdad, la muerte siempre es una traición a la vida.
- No me hables de traición. Muchas veces antes te avisé, y tú seguiste arriesgando tú vida.
- Mi vida ya no tiene valor para mí. Cumple tu trabajo y no me des más la lata.
La muerte nunca se había encontrado con alguien así, tan obstinado en morir. Incluso los suicidas suplican una nueva oportunidad de vivir. Alguien con tanta determinación podría ser importante en la vida.
- Mira a tu alrededor mujer. ¿Crees que la vida de estas personas ha sido más fácil que la tuya?
Ella obedece a regañadientes. ¿Acaso puede hacer otra cosa? A esas horas de la madrugada sólo un puñado de “marginados sociales” apuran la noche en alcohol. Solitarios gregarios como ella misma. Ve desfilar ante sus ojos la vida cargada de miseria de los que sobreviven abandonados a sus errores, y se conmueve. ¡Es tan fácil ver la solución a los problemas de los demás!
- No llores, mujer. Ahora te acompañaré mientras recuerdas tus ratos felices. Después me iré y tardaré mucho tiempo en volver a encontrarme contigo. Despierta de tu pesadilla y encuéntrale un sentido a tu vida.
Cuando se repuso de su muerte, la mujer rescató su olvidada cámara fotográfica. Le iba a servir para denunciar el abandono, la violencia, la marginación, los abusos, para apoyar a las víctimas, a la vez que nunca dejaría de agradecer la bondad, la tolerancia, la solidaridad.
- ¿Qué?
- Soy yo.
- ¿Y quién eres tú?
- La muerte.
La mujer sorprendida abre los ojos y mira directamente al joven. Despectiva comenta:
- Tú no puedes ser la muerte.
- ¿Por qué?
- La muerte es nombre de mujer y tú eres un hombre - lo mira de arriba abajo- y además muy atractivo.
El joven se ha ruborizado.
- No seas frívola, mujer. Créeme soy tu muerte.
La mujer ya no duda.
- ¿Qué haces aquí?
- He venido a buscarte.
- ¿Estoy muerta?
- Sí.
- ¿Qué me ha pasado?
- Demasiadas drogas y alcohol, mala combinación.
- ¡Ah, sí! Ahora recuerdo
La mujer parece resignarse a su destino, sin embargo una idea se abre camino en su mente aturdida por la embriaguez:
- Un momento, todavía no he visto el resumen de mi vida.
- ¿Qué quieres decir? - pregunta el joven sin comprender.
- Dicen que antes de morir toda tu vida pasa ante ti, y yo no he visto nada.
- No es más que un tópico.
- No me vengas con esas, todo el mundo lo sabe. Yo quiero mi resumen.
- Está bien - accede la muerte divertido. Era la primera vez que alguien le hacía una petición tan absurda - te complaceré.
Miles de recuerdos acuden a la mente de la mujer empezando por los acontecimientos más recientes. Son muy tristes, no en vano ella ha llegado hasta allí por el camino de la desesperación. El dolor le hace suplicar a la muerte.
- Déjalo. Ya tengo bastante. Llévame contigo.
- Espera mujer. La felicidad también ha estado presente en tu vida.
- No importa. Hace tiempo que olvidé mi pasado, y llevo demasiado tiempo viviendo un presente sin esperanza. Estaré mejor muerta.
- Sólo has tenido mala suerte al elegir tus opciones.
- ¡Mala suerte! - la mujer está enfadada, casi colérica - ¿Cómo puedes llamarlo así? Toda mi vida ha sido una dura prueba. He fracasado como hija, como madre, como esposa...
- Siempre hay una nueva oportunidad. Sólo se necesita fuerza para olvidar el pasado y poder afrontar el destino de no fracasarte a ti misma.
- ¡Déjame en paz! No me hables de fuerza. ¡Tú que te sabes! Vives tranquilo tu papel de muerte. Seguro que no has tenido que enfrentarte a nada en tu vida.
- Mujer, tus paradojas me confunden.
- Pues está muy claro. Sólo hay una verdad, la muerte siempre es una traición a la vida.
- No me hables de traición. Muchas veces antes te avisé, y tú seguiste arriesgando tú vida.
- Mi vida ya no tiene valor para mí. Cumple tu trabajo y no me des más la lata.
La muerte nunca se había encontrado con alguien así, tan obstinado en morir. Incluso los suicidas suplican una nueva oportunidad de vivir. Alguien con tanta determinación podría ser importante en la vida.
- Mira a tu alrededor mujer. ¿Crees que la vida de estas personas ha sido más fácil que la tuya?
Ella obedece a regañadientes. ¿Acaso puede hacer otra cosa? A esas horas de la madrugada sólo un puñado de “marginados sociales” apuran la noche en alcohol. Solitarios gregarios como ella misma. Ve desfilar ante sus ojos la vida cargada de miseria de los que sobreviven abandonados a sus errores, y se conmueve. ¡Es tan fácil ver la solución a los problemas de los demás!
- No llores, mujer. Ahora te acompañaré mientras recuerdas tus ratos felices. Después me iré y tardaré mucho tiempo en volver a encontrarme contigo. Despierta de tu pesadilla y encuéntrale un sentido a tu vida.
Cuando se repuso de su muerte, la mujer rescató su olvidada cámara fotográfica. Le iba a servir para denunciar el abandono, la violencia, la marginación, los abusos, para apoyar a las víctimas, a la vez que nunca dejaría de agradecer la bondad, la tolerancia, la solidaridad.
(Cuento perteneciente a la colección "Cuentos de amor y muerte", que a veces me recuerda las canciones de Pimpinela)
1 comentario:
Tazas, dibujo digital perteneciente a la colección "Detalles delicados"
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