viernes, 3 de octubre de 2008

LA CLAVE

El sol sorprendió a Amanda todavía despierta, inmóvil en el sillón, inmersa en sus pensamientos. Conservando todavía el libro en sus manos se decidió por fin a levantarse y se dirigió al dormitorio. Miedo le daba mirarse en el espejo de luna del armario, pero sabía que tenía que hacerlo. Se sentó sobre la cama y comprobó lo certero de su presentimiento. No era el sillón orejero lo que aparecía en el dibujo, sino la colcha azul de verano. Un reflejo de luz agrandaba las proporciones del botón nacarado del tirante izquierdo de su camisón. Los hilos colgantes en el tirante izquierdo evidenciaban que había perdido el otro. Se palpó las escasas pestañas para una mirada femenina recordando lo mucho que había envidiado de joven la espesura de las de su hermano. Se agachó y metió sin mirar la mano bajo la cama. Rebuscó hasta sacar el primer objeto que encontró, la minúscula llave del candado de la vieja maleta de piel marrón que yacía desecha a sus pies. Era la mancha que su hija había confundido con su perro Roco. Giró el libro hasta poner el dibujo frente al espejo sabiendo de antemano que ahora se leería bien la palabra allí escrita, god. Mirando fijamente su imagen susurró en voz alta: "foto", y tranquilamente se acostó.
(Fragmento de la novela "Amanda erosionada")

1 comentario:

Margarita Franco Sanagustín dijo...

"Perplejidad", dibujo digital perteneciente a la colección "Sentimientos"