El día de Nochevieja me levanté poco "católica", inoportunos problemas digestivos amenazaban con arruinarme la fiesta, y no estaba dispuesta a rendirme sin presentar batalla.
Asistí al vermut torero organizado por mis amigos con la palidez insegura de no saber en qué momento tendría que salir corriendo.
Me lo pasé genial hasta bien entrada la tarde cuando decidí que el respeto al cariño que le tengo a mis hermanos, no me permitía presentarme a la cena a plato puesto.
La dieta a sólo té de todo el día me sirvió para poder degustar la exquisita cena que había preparado mi hermana, pero no voy a hablar de ella, porque quedó eclipsada en mi paladar por la sopa de Año Nuevo, de la que repetí plato hasta que se llevaron la sopera.
Nunca antes había degustado un sabor igual. Se llama Clam Chowder, y viene a ser la sopa de almejas que a menudo nombran en las películas estadounidenses.
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