martes, 2 de diciembre de 2025

PERSISTENTE NATURALEZA

Bajé al trastero para buscar los olvidados adornos de navidad, por si encontraba espumillón para espantar a las palomas que insisten en ensuciar mi galería.
No hubo suerte, pero encontré una pequeña corona de abeto de plástico, de las que se ponen en las puertas de entrada a las casas. Engarzados había minúsculos adornos que corté para utilizarlos de otra manera.
Me hicieron gracia tres piñas abiertas, tan pequeñas que supuse de plástico. Las metí en una jarra con agua para quitarles el polvo, y al rato me di cuenta de que las piñas se habían cerrado. No podía creerlo, esas piñas eran reales porque el plástico no reacciona así.
Me impresionó comprobar que, algo que llevaba encerrado desde el siglo pasado en la oscuridad de un trastero, siguiera vivo a pesar de tener incrustado el plástico que las unía a la corona, pero así era.
Coloqué las tres piñas adornando una maceta al aire libre, y allí siguen, unas veces cerradas, otras veces abiertas, dependiendo de la lluvia.
Maravillas de la naturaleza.

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