martes, 2 de diciembre de 2025

EMPIEZAN POR "V"

Visitar Vadiello es contemplar "Reflejos en un embalse turquesa"

Reflejos dorados de un ocaso en el embalse de Valdabra 

Siempre se puede hacer algo por conservar la belleza de la naturaleza. 
No ensucies, recoge. 
No a la "basuraleza"

CUCHI-CUCHI

A mi terraza se acercó una linda gatita cuchi-cuchi.
Noche importante para ella, por su caminar inseguro y su pequeño tamaño, deduje que era su primera escapada nocturna aprovechando el descuido de alguno de mis vecinos de tejado.
Me hizo un rato de compañía con gesto evidente de querer pasar al salón. Por un momento sopesé la idea, pero le di de comer paté de salmón, le di de beber agua, y le dejé bien claro que no iba a entrar a la casa.
Ella se quedó mirándome desde el alfeizar, no se atrevía a saltar al suelo que tanto le apetecía. Cuando apuntaba pose de querer intentarlo, yo la disuadía con un rotundo NO. Tardó un rato en rendirse, y al final se fue por donde había venido, de vuelta a su hogar.
Yo seguí contemplando mis lunáticos pensamientos mirando esa cara que siempre está allí, apuntando altiva su nariz al orbe. Cabalística coincidencia de tiempos de rotación y traslación que consigue que un movimiento compense al otro y pueda estar allí como siempre, igual.
A veces me parece que estoy viviendo el mismo día, y desde luego la noche lunar lo es. 

PERSISTENTE NATURALEZA

Bajé al trastero para buscar los olvidados adornos de navidad, por si encontraba espumillón para espantar a las palomas que insisten en ensuciar mi galería.
No hubo suerte, pero encontré una pequeña corona de abeto de plástico, de las que se ponen en las puertas de entrada a las casas. Engarzados había minúsculos adornos que corté para utilizarlos de otra manera.
Me hicieron gracia tres piñas abiertas, tan pequeñas que supuse de plástico. Las metí en una jarra con agua para quitarles el polvo, y al rato me di cuenta de que las piñas se habían cerrado. No podía creerlo, esas piñas eran reales porque el plástico no reacciona así.
Me impresionó comprobar que, algo que llevaba encerrado desde el siglo pasado en la oscuridad de un trastero, siguiera vivo a pesar de tener incrustado el plástico que las unía a la corona, pero así era.
Coloqué las tres piñas adornando una maceta al aire libre, y allí siguen, unas veces cerradas, otras veces abiertas, dependiendo de la lluvia.
Maravillas de la naturaleza.